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Patio Criollísimo

Monarcas de la Interpretación

Mucha verdad les asiste a quienes consideran la entrevista y el reportaje como la reina y el rey, respectivamente, en nuestra profesión. A la primera le ceñimos la corona, bien sea en prensa escrita, radial o televisiva por su doble función de método de búsqueda de información y de género en sí misma. Al segundo mientras tanto desde los clásicos hasta los más neófitos coinciden en bautizarlo contundentemente como: Género de géneros.

Sin dudas es el más completo en tanto constituye la suma de las normas y técnicas de los demás. Constituye la ciencia que estudia la búsqueda de noticias y su presentación en forma periodística. Dedicarle unas líneas a esta pareja de monarcas, obliga a evitar reiteraciones de verdades de Perogrullo para el gremio. Más bien se impone ofrecer los resultados de indagaciones recientes sobre diversas  definiciones de ambos géneros periodísticos, las cuales sirven para argumentar por qué, a juicio nuestro la vertiente interpretativa del periodismo de hoy encuentra en la entrevista y el reportaje  un  matrimonio muy bien llevado.

Para Julio del Río Reynaga, por ejemplo, el reportaje no es más que  una nota informativa, la cual casi siempre tiene como antecedente una noticia. Al mismo tiempo, dice, es una crónica porque con frecuencia asume esta forma para narrar los hechos. En efecto, su ubicación en el trono se debe a la objetividad con que contribuye al mejoramiento social. Al no admitir improvisaciones, el reportaje interpretativo posibilita responder satisfactoriamente a las necesidades del lector moderno.

Además, los acontecimientos reflejados mediante este género deben propiciar un gran interés público.Una de las denominaciones más actuales se refiere al reportaje en profundidad, el cual de acuerdo con Martínez Albertos «se convierte en el género más específico del periodismo interpretativo a escala universal. Es, podemos decir, aquel género que ofrece mayores posibilidades para lograr una eficaz interpretación y análisis de los acontecimientos.»[1] Entre las diversas denominaciones vale apuntar la que ofrece John Hohenberg[2] quien define que el reportaje­investigación persigue el fin de «presentar todos los hechos que intervienen en determinada situación.»[3]De igual modo coincidimos con Neale Copple[4] al denominarlo también reportaje profundo.

Este catedrático afirma que para lograrlo es preciso interpretar las noticias con tres fines específicos:

a)               Proporcionar al lector antecedentes completos de los hechos que originaron la noticia.

b)              Dar el alcance que tuvieron los hechos y circunstancias en el momento en que ocurrieron y explotar lo que pueda resultar de ellos en el futuro, o sea, hacer una interpretación.

c)               Analizar los hechos y situaciones descritas en a) y b).

Esto es análisis.[5] Para complementar el concepto esbozado hasta aquí añadimos una última definición dada por Humberto Cuenca[6], cuya expresividad nos resulta evidente, al tiempo que ilustra la tendencia del reportaje moderno. «No es noticia, es una situación; no es sensacionalista, es radiografía social; no es suceso extraordinario, es descubrimiento de una realidad».[7]Por último nos sumamos al criterio de Julio de Río Reynaga al considerar que la temática social definida por Cuenca no es más que el hombre con sus problemas cotidianos. 

 SE ABRE PASO LA REINA

Desde la antigüedad, los diálogos no han sido solo ejercicio retórico sino conversación escuchada y grata para la lectura. En ese sentido, las entrevistas —como conversaciones dialógicas— surgen prácticamente con el lenguaje articulado como método indagatorio en las relaciones humanas y se convierten en necesidad social en el proceso de aprendizaje y en el desarrollo de las fuerzas productivas y la producción de bienes.

Para quienes practicamos el periodismo, dominar el diálogo constituye una exigencia, sobre todo para la realización de las entrevistas, pues con ellas se define la vocación del reportero.Visto así podemos afirmar que «por entrevistas entendemos el texto final que el periodista redacta, una vez que ha conversado con su entrevistado y como consecuencia de aplicar unas técnicas específicas de interrogación. Dicho texto resultante, para cualquier modalidad de entrevista periodísticas, dependerá en gran medida de la relación que se haya establecido entre ambos interlocutores.»[8] 

Cabe recordar que la génesis de la entrevista como género periodístico —en la forma en que hoy la reconocemos— se remonta a mediados del siglo XIX, y casi siempre se asocia, indistintamente, con los norteamericanos James Gordon Bennet, quien utiliza el método de preguntas y respuestas para reconstruir sucesos sangrientos ocurridos en Nueva York, en 1836, y Horace Greeley, por una conversación sostenida con el líder mormón Brighan Young, publicada en el New York Tribune.

Su empleo se generaliza en el siglo XX, especialmente en los años bélicos y tiene un papel destacado dentro del periodismo de guerra de los años 40, para reconstruir los sucesos de la conflagración mundial (de lo que fueron maestros Ernest Hemingway, Edward Price Bell, André Malraux, Konstantín Símonov). A partir de este período, los entrevistadores comienzan a penetrar el subconsciente de sus entrevistados.

Erigida como una de las herramientas principales del llamado «nuevo» periodismo, la entrevista aparece con perfecciones de sus recursos en la segunda mitad del siglo XX. El desarrollo de sus técnicas propias se manifiesta en la manera en que se abordó la contemporaneidad por un selecto grupo de profesionales, entre ellos Oriana Fallaci, Wilfred Burchett, Jean—Luc Godard, Mike Wallace, Manuel Vicent, Bárbara Walters y Larry King, así como los cubanos Luis Báez y Ciro Bianchi. A partir de tales antecedentes coincidimos con María Julia Sierra Macedo, para considerar que la entrevista «es, junto con el reportaje, uno de los géneros más gustados y leídos en el periodismo […] ya sea de información, opinión o de semblanza, hace sentir al lector que es él mismo quien charla personal y amigablemente, con quien puede informarla, orientarla y aun revelarle la intimidad de su vida […] el periodista debe esforzarse por ofrecer este contacto a los lectores».[9]

No en balde constituye la célula básica de todo trabajo periodístico, a pesar de su dificultad intrínseca y del maltrato y facilismo con que se les ha considerado. También se tiene en cuenta que es un género literario que puede aspirar a imperecedero cuando lo motiva la sustancia misma de la vida y no la fugacidad de un momento.Por tanto, la entrevista no puede considerarse un compartimiento estancado del diálogo, o un género puro, o técnica del periodismo, o una herramienta esencial de las investigaciones cualitativas en comunicación social.

Sus fronteras están abiertas a otras ciencias y artes que la enriquecen; irrumpen en la sociología, casi siempre como entrevista intensiva, orientada por la psicología profunda y por la consideración de que la unidad fundamental de toda sociedad, y también para la sociología, es la persona, el individuo y su horizonte de vivencias.En cuanto a sus clasificaciones, diversos autores las han generalizado como: de actualidad o informativas, las de personalidad o biográficas y las literarias o creativas. Las entrevistas investigativas o de profundidad, como las de opinión, se consideran generalmente formas de los tipos anteriores.  

Entrevistas de retrato y/o personalidad 

Constituyen la expresión más elaborada y extensa de la técnica básica del periodismo. Algunos autores también la denominan de perfil por cargar con una fuerte dosis de influencia del llamado nuevo periodismo (literario, de investigación) y escribirse en presente histórico para darles un valor duradero formal cuando no tratan de hechos de actualidad histórica.En este tipo de entrevistas, definidas además como de profundidad, el objetivo es construir el sentido social de la conducta de individuos o grupos mediante la recogida de sus saberes privados. No se hurga en las tendencias de la opinión pública, sino en situaciones de diferencia expresa, para poder lograr un retrato del personaje, que mucho dependerá de la habilidad con la que el periodista recoja y configure episodios biográficos esenciales, reveladores, de manera que en pocas líneas se dibuje un perfil elocuente del individuo.« […] la consideramos como una estructura del género interpretativo, caracterizado por la búsqueda de precisiones, explicaciones y por una contextualización más completa de los hechos y sus protagonistas».[10] 

Esta variante tiene sus ventajas, en tanto permite reconstruir acciones pasadas, construir historias de vida, estudios de representaciones sociales, de individualidades, basadas todas en su gran riqueza de información, en las respuestas más agudas y comprensivas que concurren y en el acercamiento de tópicos sensibles o tabúes que de otro modo no aflorarían en el diálogo.

Contrariamente, si se les interpreta como creativas—literarias, entonces hay que proponerse elaborar un texto periodístico a partir de un lenguaje paradójicamente informativo y distinto al tradicional, que nazca del roce entre el periodismo y la creatividad. En las entrevistas de personalidad, que a la vez son literario—creativas, el tema es el entrevistado, «él y su circunstancia», lo que presupone un alto nivel ético del entrevistador y un cambio humano en su función informativa. 

Entrevista  de opinión 

Si partimos de que la finalidad de la entrevista es:

·                 Recibir y transmitir al lector aquellos hechos novedosos y desconocidos acerca de los acontecimientos más importantes que pueden interesar a muchas personas.

·                 Analizar y comentar los hechos

·                 Dar a conocer a los lectores la opinión del entrevistado respecto a algún asunto.Parecería reiterativo delimitar las características de la entrevista de opinión, en tanto se comprende que en cada respuesta el entrevistado ofrece su punto de vista sobre el tema tratado. Sin embargo, algunos teóricos coinciden en que existen ciertas diferencias que obliga a definir sus particularidades.

Para Carlos Marín, «no necesariamente es noticiosa, a menos de que el juicio que se obtenga resulte de gran interés y de que el declarante sea un personaje prominente.»[11]

Asimismo, Juan Gargurevich considera que «pueden ser divididas en dos clases:

a)               Con información anterior sobre el personaje (muy conocido) lo que evita una introducción; y

b)              Sin información anterior (personaje poco conocido), lo que obliga a una nota más o menos amplia de introducción.

Para Montse Quesada solo existen dos tipos: la literaria y la informativa. Sin embargo, a estas últimas le atribuye las características propias de la opinión al decir:«La entrevista informativa es aquella modalidad que centra toda su atención y remite todo su interés a las declaraciones de determinados personajes públicos, hay que concluir que son éstas las que aportan el indispensable ítem de actualidad y justifican la oportunidad de su publicación. El objetivo principal es el de informar a los lectores sobre un personaje público, ya sea sobre lo que piense, sepa u opine de determinados acontecimientos de actualidad».[12]

Por último a la hora de definir este género se debe tener en cuenta la clasificación que ofrece Guillermina Baena Paz, quien con mucha exactitud afirma: « […] se aplica a una persona especializada bien documentada sobre cierto tema. Se puede enriquecer con la descripción de algunas características del entrevistado y ambientales. Hay quienes la tomas como entrevista de semblanza, pero no va tan lejos.»[13]  



[1] José Luis Martínez Albertos. Curso General de Redacción, Barcelona, 1983, 2da parte, pág 342
[2] John Hohenberg es profesor de la Escuela de Graduados de Periodismo de la Universidad de Columbia.
[3] Citado por Julio del Río Reynaga. Periodismo Interpretativo, el reportaje, editorial Trillas, México, 1998, pág. 14
[4] Neale Copple, decano de Periodismo de la Universidad de Nebraska.
[5] Citado por Julio del Río Reynaga. Op.cit. pág. 15
[6] Profesor de la Universidad de Venezuela.
[7] Citado por Julio del Río Reynaga. Op.cit. pág. 17
[8] Montse Quesada y Eric Frattini. La entrevista, el arte y la ciencia. Eudema, Madrid, 1994, pág. 235.
[9] Guillermina Baena Paz. Géneros periodísticos informativos, Pax México, librería Carlos Césareman, S.A., 1990, pág. 122. 
[10] Patricia Stambuk. La agenda ausente de las entrevistas a fondo y una tipología de la calidad del cuestionario político, en Estudios sobre el mensaje periodístico, No 8, 2002, Madrid, Servicios de Publicaciones de la Editorial Complutense, 2002.
[11] Carlos Marín y Vicente Leñero.  Manual de periodismo. Editorial Pablo de la Torriente Brau, La Habana, 1990, pág. 31.
[12] Montse Quesada y Eric Frattini. Op. cit, pág. 238.
[13] Guillermina Baena Paz. Op. Cit, pág. 129

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