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Patio Criollísimo

Crecer con Martí

Crecer con Martí

Fotos: Ramón Barreras Valdés

  A los niños debiera enseñárseles a leer esta frase:

La agricultura es la única fuente constante,

cierta y enteramente pura de riquezas.

José Martí.

 «Comarca sin árboles, es pobre. Ciudad sin árboles es malsana. Terreno sin árboles, llama poca lluvia y da frutos violentos». Así escribió José Martí en uno de sus artículos publicados en el periódico La América, de Nueva York, en septiembre de 1883.

Como fiel seguidora de los preceptos del Apóstol, en la comunidad escambradeña de La Herradura, la maestra Lídice Moya López les inculca a sus discípulos el amor por la naturaleza y la importancia de cuidar el medio ambiente.

Desde que llegó a la escuela primaria Camilo Cienfuegos —cinco cursos atrás—, ella se ha encargado de asumir la ejecución del programa martiano que complementa los planes de estudios, tal como se diseña en el proceso docente educativo. De este modo se responsabiliza de que cada día sus colegas hagan referencia a una idea del más universal de los cubanos. Pueden hacerlo mediante las clases o las actividades de exploración y campismo.

Pero la peculiaridad del plantel radica en sus condiciones naturales. Las lomas del macizo montañoso que lo rodean propician que los 74 educandos, junto al claustro, lleven a la práctica el pensamiento del Héroe Nacional. Lídice lo argumenta al añadir:

«Aquí sólo se cursa el quinto y sexto grado. Por tener el régimen interno y permanecer gran parte del tiempo con los muchachos, podemos programar diversas actividades que contribuyan a educarlos y propiciarles la felicidad que para ellos soñó Martí».

—Al llegar nos llamó la atención el Jardín La Rosa Blanca, ¿cómo surgió y que hacen para mantenerlo florecido?

Todos conocemos esa hermosa estrofa de los Versos Sencillos: Cultivo una rosa blanca/en julio como en enero/para el amigo sincero/que me da su mano franca. A partir de esa idea surge el jardín. A su vez cultivamos en los alumnos sentimientos de amor por la naturaleza.

«Ellos mismos se encargan de cuidar las floraciones que no son únicamente blancas, sino rosadas, amarillas y rojas. Les enseñamos que mientras más y mejor las atiendan, podrán crecer espiritualmente. Siempre que sean franco, honestos y amistosos. Se esmeran en el cuidado diario, a eso se debe que disfrutemos de tantas rosas todo el año».          

—También cuentan con un Bosque Martiano, ¿cuántas variedades de plantas han sembrado?

Suman más de 100. Hemos tratado de contar con todas las  mencionadas por Martí en su diario desde Cabo Haitiano a Dos Ríos. Nos faltan pocas. Cuando llegué a la escuela ya estaba creado y en cada curso, le solicitamos a los nuevos ingresos que siembren un árbol diferente. De este modo se responsabilizan con uno específico hasta que se gradúan.

— ¿En qué momento realizan las labores agrícolas?

En el horario escolar existe un tiempo para el trabajo socialmente útil. Cada grupo cuenta con un turno semanal con esos fines.        

Los infantes del campo son laboriosos por idiosincrasia. A primera vista develan su afán por el cuidado del entorno que los rodea. De ahí que no cause asombro conocer porqué los de esta escuela, aun cuando están rodeados de árboles —bien sean de mango, guayaba, mamey, aguacates, limones o las distintas variedades de naranjas—, no se dedican a tumbar los frutos con piedras y palos. Mucho menos van detrás de las aves silvestres para atraparlas y criarlas en cautiverio. 

«No es nada bueno hacer eso», respondió en nombre de todos Osdeiky Rodríguez López. Razón suficiente para que antes de retirarse de la «Camilo Cienfuegos», el visitante corrobore  lo expresado por Martí en el discurso que pronunció en Venezuela, el 21 de marzo de 1881:

«Y vi entonces, desde estos vastos valles, un espectáculo futuro (…). Vi hervir las fuerzas de la tierra (…) y tenderse los bosques por la tierra (…).

«Y verdear las faldas de los montes, no con el verde oscuro de la selva sino con el verde claro de la hacienda próspera (…) y vi, puestos al servicio de los hombres, el agua del río, la entraña de la tierra (…).

«Los rostros no estaban macilentos, sino jubilosos, cada hombre, como cada árabe había sembrado un árbol (…) la inmensa tierra nueva, ebria de gozo de que sus hijos la hubiesen al fin adivinado, sonreía (…) y un suave sol de enero doraba blandamente aquel paisaje. Oh!, que calvario hemos de andar aun para ver hervir así la tierra (...)»

 

 

2 comentarios

Oscar -

Estas especies vegetales no son las únicas, de las que Martí hizo referencia en su obra, por esa razón siempre recomiendo tener en cuenta la poesía martiana y otros documentos, en la poesía la especie más tratada por martí es la rosa

Zenia -

El aire, el sol, el sudor enseñan a valorar a quienes hacen parir la tierra.
Bonito reportaje.