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Patio Criollísimo

Gastronomía sin Recreo

Gastronomía sin Recreo

La entidad gastronómica se ubica en el céntrico parque Leoncio Vidal del Santa Clara. Su nombre invita por sí mismo a pasar un rato agradable. Sin embargo, basta ocupar uno de los asientos y observar el rostro de los dependientes para adivinar que en El Recreo se vivirán minutos, o casi horas, de mal rato. ¡Perdón!, quise decir; maltrato.

Desde que se reabrió, a inicios del 2010, existió gran expectativa respecto al nuevo servicio que allí se ofertaría. Sobre todo por que las autoridades de la Gastronomía anunciaron —con bombos y platillos— que el establecimiento se distinguiría por contar con una oferta de calidad: Al detalle, según «la moda» del sector.

Variadas combinaciones para el consumo de la hamburguesa, cuyo pan estaría aderezado con ajonjolí, cachup y mostaza, refrescos de distintos sabores, a un precio acorde con la situación económica actual. Pero, a una temperatura agradable al paladar, además de alimentos elaborados en parrilla, entre otras «promesas» todavía por cumplir. Tales fueron los inicios de la unidad.

El sábado, 13 de febrero, en las páginas de Vanguardia circuló el reportaje Atrapados por la demanda. Se trataba de una crítica a la inestabilidad en el buen servicio de varios centros gastronómicos en el centro de la ciudad de Santa Clara.

Sabemos que justo al día siguiente, tras el corte de la cinta, el propio Julio Lima Corzo, primer secretario del Partido en Villa Clara, alertó a los dependientes que se esmeraran en su labor cotidiana, a fin de satisficer las demandas del pueblo con elegancia y cortesía. De tal manera evitarían que en el futuro fueran objeto de similares observaciones negativas publicadas en el semanario provincial.

¡Qué lástima! Los jóvenes que integran ese colectivo no comprendieron las sugerencias del dirigente partidista. Lo más doloroso es que durante un año hayan hecho caso omiso a las quejas y recomendaciones diarias de los asiduos clientes del lugar.

«¿Y el ajonjolí que debe traer el pan?», «¿Por qué casi no le ponen cachup y mostaza a la hamburguesa?», «Este refresco tiene una hormiga, por favor, ¿puede cambiármelo?», «¿Pero el de Coracán está caliente?», «Deseo que la variedad de hamburguesa con queso sea pasada por la plancha, pero no lo hacen y me cobran el mismo precio», «Llevo más de media hora sentada aquí sin que alguien pregunte qué deseo comer».


En fin, larga sería la lista de los cuestionamientos escuchados entre  la población. Ni siquiera cuando se indaga por alguna de estas preocupaciones se recibe una respuesta satisfactoria. Y a veces no es el mensaje en sí, pues podemos entender que las neveras no logren enfriar todo lo necesario los refrescos, o que una de las plancha esté rota. Como en realidad ocurre en la barra.

Lo incomprensible radica en que establezcan una comunicación con el usuario bastante descortés, con un rostro que a las claras transmite descontento. Como si la culpa de sus incomodidades personales, la tuvieran los necesitados de ingerir los alimentos que se expenden en El Recreo.

Nadie sabe por qué desapareció el ajonjolí, ni las razones por las que a veces la hamburguesa queda medio cruda. Únicamente se limitan a explicar que la opción de pasar el pan con hamburguesa por la plancha para ofertarlo caliente —lo cual es mucho más agradable— no está incluida en las normas técnicas. «Es un favor que le hacemos al cliente si lo solicita, por eso no varía el precio», argumentan los dependientes.

Son cuestiones inexplicables, o parte de ese «marabú mental» urgido de una poda radical. Situaciones inadmisibles que no son exclusivas de El Recreo, y por demás están ausentes en los centros donde se ofrecen servicios similares, pero, el cobro es en Peso Cubano Convertible (CUC). Motivos para buscar respuestas a una última interrogante: ¿Por qué no podemos recrearnos con la gastronomía en moneda nacional?



 

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