Jornada para pensar en Cuba, actuar firmes y vencer
Foto: Carolina Vilches Monzón
Una marcha unida como la de este Primero de Mayo, no surge por azar. Para los cubanos, la necesidad de aunarnos con solidez apareció desde el mismo nacimiento de la nacionalidad. Con el presbítero Félix Varela, se inició la formación de hombres, y mujeres, de conciencia.
Los aglutinó con el lema: «Hacer lo que debe hacerse». La expresión ahora se traduce como: «Cambiar todo lo que debe ser cambiado», según indica el más ilustrativo concepto de revolución. Así se resume cómo trascienden las ideas de Varela. Cada alumno suyo fue la réplica de un credo pedagógico y político auténtico y criollo hasta iniciar —el 10 de octubre de 1868—las luchas por la independencia nacional.
Durante casi un siglo de total emancipación existieron varias maneras de mantener vigentes sus palabras cuando aseveró: «Si usted llama revolucionario a todo aquel que trabaja por alterar un orden de cosas contrario al bien del pueblo yo me glorio de contarme entre esos revolucionarios».
En tan especial jornada de desfile y colorido las miradas del mundo se dirigen hacia Cuba. Observan abismados cómo otra vez vibra El Caimán Verde. Desde la cabeza hasta la cola, se congregan combatientes, intelectuales, estudiantes, niños, ancianos… la familia que junto a los trabajadores cubanos celebran el 70 aniversario de la organización que los agrupa.
Quienes buscan explicaciones lógicas a una tradición casi única en el orbe, deben encontrarla desde mediados del siglo XIX. En un Félix Varela que alertó tener siempre presente a la Patria.
El doctor Armando Hart Dávalos añadió, durante una de sus disertaciones magistrales, ofrecidas en enero del 2001: «Después de Varela tenemos a un José Martí, con quien aprendimos a actuar». El también director de la Oficina del Programa Martiano argumentaba en ese momento que su enseñanza consistía en mostrar un accionar firme ante cada circunstancia de la vida.
Como latinoamericanos, nos ha correspondido a los cubanos ocupar la posición de actores y protagonistas de la línea política concebida por nuestro Héroe Nacional para el continente. Al proclamarse como hijo de América, a ella se debió. A su vez dejó como encargo que: «Buscamos la solidaridad no como un fin sino como un medio encaminado a lograr que nuestra América cumpla su misión universal».
Otra reflexión que merece reiterarse en este día de júbilo aparece entre algunos apuntes tomados de Raúl Valdés Vivó:
«Al asaltar el Cuartel Moncada, el martiano desde adolescente que reunió y dirigió a los asaltantes, proclamó la autoría intelectual del Maestro, y, de esta manera convocó a la juventud del 53 para revivirlo en momentos en que parecía que iba a morir».
Los héroes del pueblo nunca mueren mientras otros toman su misma senda del heroísmo. Con el joven Fidel y quienes se aglutinaron a su alrededor, se cristalizó el pensamiento de una generación legítima, con efervescente espíritu renovador. Ellos reiniciaron la lucha —como Martí el 24 de febrero de 1895—, y trazaron la estrategia final para el triunfo definitivo el 1º de Enero de 1959.
Qué otras razones esgrimir para que, próximos al 50 aniversario de la victoria del Ejército Rebelde, la humanidad acepte que si bien Félix Varela nos enseñó primero, pensar en Cuba; Martí nos legó cómo actuar con firmeza y Fidel nos educa para vencer.
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