Cinco Jóvenes como el Che
Durante 39 años, los niños cubanos le rinden homenaje al Comandante Guevara en el aniversario de su caída en combate mediante un acto de carácter patriótico como la iniciación en la Organización de Pioneros José Martí (OPJM).
Un 8 de Octubre similar aconteció, décadas atrás, en la vida de cinco jóvenes cubanos que hoy guardan injusta prisión. Ellos enrumbaron sus pasos tras el ejemplo del Guerrillero Heroico al punto de multiplicar sus ideas entre las mismas celdas del Imperio.
«Seremos como el Che», la frase insignia de los pioneros cubanos también la evocaron repetidas veces los Cinco Héroes de la República de Cuba que hoy guardan prisión en cárceles estadounienses por luchar contra el terrorismo.
Cuando en su momento pertenecieron a la Organización de Pioneros José Martí (OPJM), Ramón Labañino Salazar, René González Shewerert, Fernando González Llort, Antonio Guerrero Rodríguez y Gerardo Hernández Nordelo comenzaron a crecer frente a la figura de un hombre que es admirado por toda la humanidad.
La unidad de sus ideas con las del legendario cubano-argentino, salen a luz a través de la lectura de sus correspondientes alegatos, presentados ante el tribunal de Miami que injustamente los juzgó hace ya un lustro.
El Che lo expresó categóricamente: «La juventud debe ser alegre pero profunda». Y no es otra la actitud asumida por los Cinco en circunstancias tan adversas. Constituyen sinónimo de cabalidad y entereza; de poseer las virtudes más honorables en un ser humano: solidaridad, sentimientos de humanidad, disciplina, responsabilidad, lealtad. Confianza en la victoria.
Una breve comparación entre los testimonios presentados en aquellos días de diciembre del 200, y el mensaje emitido por el Comandante Ernesto Guevara a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental en abril de 1967, permite observar con claridad lo que el propio Che expresara:
« (...) si todos fuéramos capaces de unirnos, para que nuestros golpes fueran más sólidos y certeros, para que la ayuda de todo tipo a los pueblos en lucha fuera aún más efectiva, ¡qué grande sería el futuro, y qué cercano!»
Similares afirmaciones hizo con sus palabras Antonio Guerrero al declarar, aquel 27 de diciembre, que:«Una de las formas posibles de impedir los actos brutales y sangrientos, de evitar que el sufrimiento creciera con más muertes, era actuar en silencio.
«No quedó otra alternativa que contar con hombres que —por amor a una causa justa, por amor a su Patria y a su pueblo, por amor a la paz y a la vida— estuvieran dispuestos a cumplir, voluntariamente, ese honroso deber en contra del terrorismo. Alertar del peligro de agresión. Prevenir un conflicto que sembrara dolor en nuestros pueblos, ha sido el objeto de mis actos y la razón de mi deber, como lo ha sido para mis compañeros.»
Con idéntica expresividad Ramón Labañino Salazar conjugó sus ideas con las del Che al terminar su mensaje:
Dice Ramón: «¡Si por evitar la muerte de seres humanos inocentes, si por defender a nuestros dos países del terrorismo, y evitar una invasión inútil a Cuba es por lo que se me condena hoy, pues bienvenida sea! ¡Llevaré el uniforme de recluso con el mismo honor y orgullo con que un soldado lleva sus más preciadas insignias!»
Y El Che: «Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo y un clamor por la unidad de los pueblos contra el gran enemigo del género humano: los Estados Unidos de Norteamérica. En cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ese, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo, y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas, y otros hombres se apresten a entonar los cantos luctuosos con tableteo de ametralladoras y nuevos gritos de guerra y de victoria.»
Súmense las posiciones adoptadas por René, Gerardo y Fernando y no existirán dudas de cómo entre las celdas del imperio también se multiplica la estirpe revolucionaria, internacionalista, antimperialista y patriótica del Che en estos cinco jóvenes.
Como bien evidencian, para ellos tampoco importan, «los peligros o sacrificios de un hombre o de un pueblo, cuando está en juego el destino de la humanidad».
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