Jaimito, el Consejero de Rojas
Foto: Cristyan González Alfonso
Con sus 80 septiembres a cuestas, Jaime Espinosa Albernas no descansa. Razón por la que en el pequeño poblado de Rojas, del consejo popular Dolores, todos lo admiran y respetan. Un diálogo con él semeja una clase de ética y valores humanos.
Sus vivencias son tantas que unas breves cuartillas a penas alcanzan para relacionarlas. Mas, en el intento de extraer las esencias de su vida se encuentran anécdotas que ilustran por qué, durante los últimos 50 años, se ha dedicado por entero a la defensa de la Revolución cubana.
APEGADO A LA RADIO
Tener un radio, en medio del campo, a la luz de una chismosa, y a finales de 1958 significaba ser muy afortunado en Cuba. Tales eran las condiciones de la familia de Jaimito, como cariñosamente lo nombran.
Desde jovenzuelo encontró entretenimiento en aquel aparato que transmitía voces y música. Luego, se interesó tanto en su funcionamiento, que decidió inscribirse en un curso sobre radiodifusión y televisión. Las clases las recibió mediante cartas que intercambió con profesores de la universidad norteamericana de California. Por la vía del correo postal le hicieron llegar las piezas para armar el referido radio.
Pero cuando más apego le tomó a la radio fue durante aquellas noches en que la escuchaba de forma clandestina. En vigilia para que la guardia rural no se percatara de que en la zona se gestaba un grupo de apoyo a los alzados en la Sierra Maestra.
«Me animaba salir silencioso a la mañana siguiente y comentar, con quienes se podía, las últimas noticias divulgadas por Radio Rebelde», rememora.
Pasadas cinco décadas, Jaimito continúa ligado a este medio de comunicación. Además de mantenerse informado con la variada programación, dedica parte de su tiempo a componerlos.
«Mire cuántos tengo ahí por arreglar. Los vecinos me los traen cuando no funcionan bien y yo trato de buscarle algún acotejo. También me piden que les arregle las escopetas o cualquier otra cosa. Me paso la vida trabajando. Ayudo en lo que puedo. Pero no le cobro a nadie».
— ¿Por qué?
—No lo creo necesario. El estado me paga dos chequeras, una por jubilado de mantenimiento constructivo y otra por combatiente. Sería incorrecto pedir más dinero.
Según narra, aunque Rojas es un asentamiento aislado, por allí ocurrieron algunas acciones clandestinas y de sabotaje en contra del régimen de Batista. A pesar de que él vivía más arriba, en la finca Ceberucal, logró participar en algunas de esas manifestaciones.
«Además de compartir la información que oía en la radio, colaboré en la distribución de proclamas en contra del gobierno batistiano. También, antes de atacar Caibarién, por aquí pasó la tropa del capitán Guile, hoy general Ramón Pardo Guerra. Yo ayudé a que sus hombres llenaran de agua las cantimploras».
ENTRE SUS CULTIVOS
La obra revolucionaria se hizo sentir en este poblado desde el mismo 1º de Enero de 1959. Por eso Jaimito no titubeó ante cada llamado de la dirección del país.
De inmediato se incorporó a las Milicias Revolucionarias. En septiembre de 1960 se sumó a la creación de los Comités de Defensa de la Revolución. Quiso vigilar con sus propios ojos las conquistas alcanzadas. Durante 19 años administró los recursos disponibles en la tienda del lugar. Participó en la Lucha Contra Bandidos en el Escambray y permaneció movilizado en Sitio Bonito durante la Crisis de Octubre.
Ahora, con sus octogenarias manos también cultiva plantas medicinales. Y es que conoce casi todo tipo de hierbas y palos del monte.
«Esta es la sábila. Por aquí tengo incienso, dicen que el cocimiento es muy amargo, pero sirve para curar las giardias. Tengo tilo, manzanilla, toronjil de menta, esclaviosa, y aquella matica es de hierba mora. Se busca mucho porque quita la hinchazón. Por allá hay otra de ají guaguao, y de ají picante.
«A la Federación de Mujeres Cubanas le interesó convertir mi patio en un huerto de medicina verde. Dicen que aquí corre mucha agua. Funcionaría muy bien».
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