Bloqueo: entre especulaciones y certezas
Soy de esas cubanas nacidas bajo las restricciones económicas, comerciales y financieras impuestas hace más de 50 años por los Estados Unidos a nuestro país. Significa que para mí la palabra BLOQUEO forma parte del vocabulario común y adquiere la más exacta connotación de limitaciones de toda índole.
Durante los últimos 24 años he vivido esperanzada de que el informe presentado por Cuba ante la ONU, por la Resolución 69/5, titulado «Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba», reciba el voto mayoritario a su favor. Cierto es que desde su primera presentación, en 1991 hasta la fecha, ha sido cada vez más creciente la cantidad de países que se pronuncian en contra de las medidas impuestas por el Gobierno norteamericano a la Isla. No obstante, la aspiración de los habitantes de la mayor de las Antillas es que esta instancia internacional apruebe el informe de forma unánime.
Para que eso ocurra, el propio Estados Unidos deberá ceder y aceptar que su política de asfixia ha fracasado. Los pronunciamientos del presidente Barack Obama, desde el pasado 17 de diciembre dan un atisbo de confianza en este sentido. Mas, no bastan. Por muy «buenas» que sean sus intenciones todo dependerá de las acciones y toma de decisiones del Congreso estadounidense.
Se trata, simplemente, de que el bloqueo se sostiene sobre leyes —Ley de Asistencia Exterior de 1961, la de Administración de las Exportaciones de 1979, la Torricelli de 1992 y la Helms-Burton de 1996—, por tanto, «el Congreso es el único que puede decir un día: se acabó el bloqueo a Cuba. Eso no lo puede decir el Presidente», reconoció en una entrevista Josefina Vidal, Directora General de EE.UU en el Ministerio cubano de Relaciones Exteriores. Pero advirtió que «el Presidente de EE.UU tiene posibilidades, yo diría que ilimitadas, para vaciar al bloqueo de su contenido fundamental». En realidad lo ha hecho con el alivio a las limitaciones sobre el comercio y los viajes a la Isla.
De ahí que surjan algunas especulaciones sobre la venidera votación en la ONU, el próximo 27 de octubre. Medios alternativos y otros oficiales pero que citan fuentes poco confiables hablan de una posible abstención de los Estados Unidos si el texto cambia significativamente con respecto a las versiones previas. Sin embargo, Josh Earnest, vocero de la Casa Blanca, respondiendo a periodistas que preguntaron sobre el tema, dijo que el lenguaje final de una potencial resolución no ha sido aún completado y declinó comentar sobre el texto de la resolución o la posición que adoptaría Estados Unidos.
Cuestión cierta es que Cuba mantendrá en la ONU el mismo discurso de años precedentes. Por supuesto que reconocerá los avances en el proceso de normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos países. Sobre todo la apertura de embajadas en Washington y La Habana. Como también es verdad que para llegar a un total entendimiento el asunto fundamental que aún deberán superar Cuba y Estados Unidos, es el levantamiento del bloqueo.
Más si se tiene en consideración que 7 de cada 10 estadounidenses apoyan su fin, según reveló una encuesta nacional publicada por el Centro de Investigación Pew en Washington. En igual proporción los cubanos y cubanas como yo hemos vivido bajo las sanciones de EE.UU.
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