La interpretación: mirada contemporánea a los géneros periodísticos
Los mensajes periodísticos se caracterizan por el manejo de técnicas expresivas comunes a todo discurso, pero con un enfoque novedoso, una nueva disposición y combinados con signos propios de la comunicación masiva, que abarcan las cualidades básicas de este tipo de lenguaje: actualidad, sencillez, precisión y claridad.
Para quienes nos adentramos en este modo de decir y reflejar la realidad circundante, nos resulta familiar el nombre de José Luis Martínez Albertos, uno de los catedráticos más citados a la hora de conceptualizar los productos comunicativos que escribimos.
Para él, nuestros textos no son más que «modalidades de la creación literaria destinadas a ser divulgadas a través de cualquier medio de difusión colectiva»[1]. Y los clasifica de acuerdo con su forma discursiva en dos grupos:
1. — Los géneros cuyo mensaje tiene un propósito informativo y que utilizan las formas expositiva, descriptiva y narrativa.
2. — Los géneros cuyo mensaje tiene un propósito opinativo y que usan fundamentalmente la forma argumentativa.
En consecuencia, al primer grupo pertenecen la nota informativa, la entrevista, la crónica y el reportaje, mientras que el segundo se integra por los artículos de opinión en sus distintas formas: editorial, artículo de fondo, columna y ensayo.
A su vez, los géneros periodísticos reflejan la percepción de un acontecer noticioso y su interpretación, la información correspondiente y su evaluación o comentario por parte del periodista. Se distinguen por sus formas discursivas y los propósitos específicos de informar, relatar, describir o comentar; sin embargo, comparten el impulso inicial de difundir y destacar la trascendencia del acontecer social.
Hasta aquí no existen discrepancias con los conceptos clásicos de los géneros periodísticos. Mas, vale observar las tendencias contemporáneas, sobre todo en los medios impresos, para descubrir que nos compete variar nuestro modo de elaborar los mensajes.
Y es que los medios de prensa no constituyen únicamente un sistema de distribución de ideas, sino también de su organización, y cuando esta es persistente se convierte, a su vez, en un nuevo mensaje. Al organizarlos, el medio reelabora, reformula, e impone su propia categoría o modo de percibir e interpretar la realidad.
En verdad el medio no interesa como sistema de distribución, sino, como un sistema organizador de un contenido. De acuerdo con este criterio, se impone un determinado punto de vista, una forma de percibir los hechos; por tanto de elaborar mensajes periodísticos más creativos y auténticos.
Por lo que se refiere al lenguaje, el periódico sólo emplea la palabra escrita y la imagen fija (caricatura y fotografía). En los últimos tiempos, como respuesta al crecimiento del periodismo informativo en los medios audiovisuales, los de soportes de papel han reforzado el periodismo opinativo, pero con una nueva faz. O sea, desarrollan un periodismo más reflexivo, que demanda mayor investigación y que manifiestamente refleja una interpretación más profunda del acontecer social.
«Durante muchísimos años la prensa escrita clasificó como el único medio real en términos de impacto, pero con el despegue de la radio hace algunos años y de la televisión en fechas mucho más recientes, sí nos debemos ubicar en un nuevo lugar.»
Así opina Raymundo Riva Palacio, reportero itinerante en Centroamérica, quien adicionalmente ha sido director de NOTIMEX.
En su opinión, la cual avalamos, el medio impreso ya no es suplementario sino complementario. Resulta imposible ganarle a la radio en términos de velocidad y a la televisión en términos de impacto visual.
¿Qué es lo que nos toca a la prensa escrita?, se cuestiona Riva Palacio. Y añade: «Muchas veces se ha planteado que por razones de formato, de espacio, tiene posibilidades que no tienen los medios electrónicos, como el análisis, la investigación, pero esto también es un poco ambiguo.»
Desde su perspectiva, este experimentado periodista define como primer punto que tenemos que evolucionar en el concepto de la prensa escrita y afirma:
«Un buen periódico debe de apuntar o debe tener como objetivo un mercado de calidad. Me parece vital regresar a lo que eran los medios impresos o lo que tradicional y tácitamente son los medios impresos: vasos comunicantes de una sociedad.
«También creo que debemos evolucionar en lo que son los géneros periodísticos tal como los conocíamos en la prensa. Hoy la radio y la televisión, ya nos arrebataron el Qué, el Quién, el Cuándo y el Dónde, ellos son los propietarios, pero nosotros, en la prensa escrita no hemos logrado asumir y controlar el ¿Por qué? y el ¿Cómo?»[2]
De ahí que este autor considere conveniente para el espacio de la prensa escrita, el periodismo interpretativo. Aunque, a su vez reconoce que por diversas razones, su aplicación es muy difícil y afirma: «Creo que no hay ninguna otra opción para competir en términos de complementariedad con la radio y la televisión, inclusive con la Internet.»[3]
Contextualización de los géneros periodísticos.
De acuerdo con Natividad Abril Vargas, el concepto de género periodístico es reciente en la bibliografía sobre periodismo, y hasta principios de los años sesenta no aparece expuesto sistemáticamente con afán didáctico.
Por otro lado, en opinión de Luis Santamaría y José Luis Martínez Albertos, la teoría de los géneros periodísticos se formula en un primer momento como una técnica de trabajo en respuesta a las necesidades de estudios sociológicos de carácter cuantitativo. «Posteriormente se perfilaría como una doctrina filológica propia de la sociolingüística que sirve de eficaz instrumento no sólo para el análisis cuantitativo y cualitativo en el campo de las ciencias sociales, sino también para las valoraciones críticas de carácter literario y lingüístico.»[4]
Al respecto, Abraham Santibáñez afirma: «Creemos que se debería hablar de ‘géneros’ al referirse al Periodismo Informativo, al Interpretativo y al de la Opinión. Si se parte de la premisa básica de que la información y la opinión son fáciles de diferenciar, bastaría una pequeña explicación adicional. El Periodismo Interpretativo responde, más que nada, a la complejidad de la comunicación moderna.»[5]
Periodismo interpretativo.
Los orígenes de este tipo de periodismo se remontan a las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, cuando apareció el timestyle, en 1923, y se pone en vigencia un nuevo periodismo propuesto por dos universitarios de Yale. Se nombraban Bitan Hadden y Henry Luce. Ellos pusieron en marcha el semanario Time, bajo el interés, de que el lector obtuvieran las «claves» de los acontecimientos relatados, junto con una clara explicación de los hechos, con un nivel más profundo, buscando su sentido histórico—social.
«Lo que hemos llamado ‘la fórmula Time’ es la respuesta dada por Henry Luce a la necesidad de dar un servicio ‘al hombre ocupado’, que no tiene tiempo para leer todos los diarios todos los días y requiere de la ‘asesoría’ profesional de un periodista que le explica (‘interpreta’) los acontecimientos más importantes o con más repercusiones para el futuro. La complejidad del lenguaje especializado hace todavía más importante esta función de ‘traductor’ de los informes que surgen de todos los ámbitos de la noticia.»[6]
A partir de esta valoración podemos considerar que el periodismo interpretativo se sitúa, de alguna manera, en un punto intermedio entre la opinión pura y la información aséptica y objetiva.
«Esto permite dudar muchas veces de su objetividad y hace posible un cierto contrabando ideológico, deliberado o no. Pero eso —hay que subrayarlo— no es un problema del género en sí mismo, sino de quienes lo han instrumentalizado o, simplemente, mal utilizado».[7]
Existe unanimidad entre los académicos para definir este género. Abraham Santibáñez dice: «Interpretar, desde el punto de vista periodístico, consiste en buscar el sentido a los hechos noticiosos que llegan en forma aislada. Situarlos en un contexto, darles un sentido y entregárselo al lector no especializado. Por exigencia profesional, además, esta interpretación debe tratar de prescindir de opiniones personales, debe basarse en hechos concretos y opiniones responsables y que sean pertinentes y debe ser presentada en forma amena y atractiva». [8]
En correspondencia con los criterios de la periodista española y catedrática universitaria Concha Fagaoga, el periodismo interpretativo proviene de la difusión que hicieron las escuelas norteamericanas de periodismo, diferenciando un tipo de mensajes que ya no se codifica conforme el relato objetivo de los hechos, pero que a su vez se distancia de lo editorial. Al respecto señala: «Los periodistas no sólo reproducen lo que ven y oyen, ejercen también una investigación sobre lo acontecido porque los hechos no se producen descontextualizados de una situación económica, social y política concreta. Los hechos no surgen aislados de una realidad más amplia, se insertan en ella...».[9]
En la elaboración del mensaje interpretativo, se busca el sentido a los acontecimientos noticiosos para situarlos en un contexto, de manera que sean entregados al receptor no especializado. La interpretación se basa en los sucesos concretos y en opiniones responsables, las cuales serán pertinentes y deben ser presentadas en forma amena y atractiva. De ahí que la función del periodismo interpretativo sea explicar la noticia, ubicarla dentro de su contexto más amplio, profundizarla y analizarla. Ofrece la cantidad de elementos necesarios para que el ciudadano se forme su propio criterio y se incline hacia determinada corriente de opinión. No la ofrece directamente.
Para quienes nos adentramos en este modo de decir y reflejar la realidad circundante, nos resulta familiar el nombre de José Luis Martínez Albertos, uno de los catedráticos más citados a la hora de conceptualizar los productos comunicativos que escribimos.
Para él, nuestros textos no son más que «modalidades de la creación literaria destinadas a ser divulgadas a través de cualquier medio de difusión colectiva»[1]. Y los clasifica de acuerdo con su forma discursiva en dos grupos:
1. — Los géneros cuyo mensaje tiene un propósito informativo y que utilizan las formas expositiva, descriptiva y narrativa.
2. — Los géneros cuyo mensaje tiene un propósito opinativo y que usan fundamentalmente la forma argumentativa.
En consecuencia, al primer grupo pertenecen la nota informativa, la entrevista, la crónica y el reportaje, mientras que el segundo se integra por los artículos de opinión en sus distintas formas: editorial, artículo de fondo, columna y ensayo.
A su vez, los géneros periodísticos reflejan la percepción de un acontecer noticioso y su interpretación, la información correspondiente y su evaluación o comentario por parte del periodista. Se distinguen por sus formas discursivas y los propósitos específicos de informar, relatar, describir o comentar; sin embargo, comparten el impulso inicial de difundir y destacar la trascendencia del acontecer social.
Hasta aquí no existen discrepancias con los conceptos clásicos de los géneros periodísticos. Mas, vale observar las tendencias contemporáneas, sobre todo en los medios impresos, para descubrir que nos compete variar nuestro modo de elaborar los mensajes.
Y es que los medios de prensa no constituyen únicamente un sistema de distribución de ideas, sino también de su organización, y cuando esta es persistente se convierte, a su vez, en un nuevo mensaje. Al organizarlos, el medio reelabora, reformula, e impone su propia categoría o modo de percibir e interpretar la realidad.
En verdad el medio no interesa como sistema de distribución, sino, como un sistema organizador de un contenido. De acuerdo con este criterio, se impone un determinado punto de vista, una forma de percibir los hechos; por tanto de elaborar mensajes periodísticos más creativos y auténticos.
Por lo que se refiere al lenguaje, el periódico sólo emplea la palabra escrita y la imagen fija (caricatura y fotografía). En los últimos tiempos, como respuesta al crecimiento del periodismo informativo en los medios audiovisuales, los de soportes de papel han reforzado el periodismo opinativo, pero con una nueva faz. O sea, desarrollan un periodismo más reflexivo, que demanda mayor investigación y que manifiestamente refleja una interpretación más profunda del acontecer social.
«Durante muchísimos años la prensa escrita clasificó como el único medio real en términos de impacto, pero con el despegue de la radio hace algunos años y de la televisión en fechas mucho más recientes, sí nos debemos ubicar en un nuevo lugar.»
Así opina Raymundo Riva Palacio, reportero itinerante en Centroamérica, quien adicionalmente ha sido director de NOTIMEX.
En su opinión, la cual avalamos, el medio impreso ya no es suplementario sino complementario. Resulta imposible ganarle a la radio en términos de velocidad y a la televisión en términos de impacto visual.
¿Qué es lo que nos toca a la prensa escrita?, se cuestiona Riva Palacio. Y añade: «Muchas veces se ha planteado que por razones de formato, de espacio, tiene posibilidades que no tienen los medios electrónicos, como el análisis, la investigación, pero esto también es un poco ambiguo.»
Desde su perspectiva, este experimentado periodista define como primer punto que tenemos que evolucionar en el concepto de la prensa escrita y afirma:
«Un buen periódico debe de apuntar o debe tener como objetivo un mercado de calidad. Me parece vital regresar a lo que eran los medios impresos o lo que tradicional y tácitamente son los medios impresos: vasos comunicantes de una sociedad.
«También creo que debemos evolucionar en lo que son los géneros periodísticos tal como los conocíamos en la prensa. Hoy la radio y la televisión, ya nos arrebataron el Qué, el Quién, el Cuándo y el Dónde, ellos son los propietarios, pero nosotros, en la prensa escrita no hemos logrado asumir y controlar el ¿Por qué? y el ¿Cómo?»[2]
De ahí que este autor considere conveniente para el espacio de la prensa escrita, el periodismo interpretativo. Aunque, a su vez reconoce que por diversas razones, su aplicación es muy difícil y afirma: «Creo que no hay ninguna otra opción para competir en términos de complementariedad con la radio y la televisión, inclusive con la Internet.»[3]
Contextualización de los géneros periodísticos.
De acuerdo con Natividad Abril Vargas, el concepto de género periodístico es reciente en la bibliografía sobre periodismo, y hasta principios de los años sesenta no aparece expuesto sistemáticamente con afán didáctico.
Por otro lado, en opinión de Luis Santamaría y José Luis Martínez Albertos, la teoría de los géneros periodísticos se formula en un primer momento como una técnica de trabajo en respuesta a las necesidades de estudios sociológicos de carácter cuantitativo. «Posteriormente se perfilaría como una doctrina filológica propia de la sociolingüística que sirve de eficaz instrumento no sólo para el análisis cuantitativo y cualitativo en el campo de las ciencias sociales, sino también para las valoraciones críticas de carácter literario y lingüístico.»[4]
Al respecto, Abraham Santibáñez afirma: «Creemos que se debería hablar de ‘géneros’ al referirse al Periodismo Informativo, al Interpretativo y al de la Opinión. Si se parte de la premisa básica de que la información y la opinión son fáciles de diferenciar, bastaría una pequeña explicación adicional. El Periodismo Interpretativo responde, más que nada, a la complejidad de la comunicación moderna.»[5]
Periodismo interpretativo.
Los orígenes de este tipo de periodismo se remontan a las postrimerías de la Primera Guerra Mundial, cuando apareció el timestyle, en 1923, y se pone en vigencia un nuevo periodismo propuesto por dos universitarios de Yale. Se nombraban Bitan Hadden y Henry Luce. Ellos pusieron en marcha el semanario Time, bajo el interés, de que el lector obtuvieran las «claves» de los acontecimientos relatados, junto con una clara explicación de los hechos, con un nivel más profundo, buscando su sentido histórico—social.
«Lo que hemos llamado ‘la fórmula Time’ es la respuesta dada por Henry Luce a la necesidad de dar un servicio ‘al hombre ocupado’, que no tiene tiempo para leer todos los diarios todos los días y requiere de la ‘asesoría’ profesional de un periodista que le explica (‘interpreta’) los acontecimientos más importantes o con más repercusiones para el futuro. La complejidad del lenguaje especializado hace todavía más importante esta función de ‘traductor’ de los informes que surgen de todos los ámbitos de la noticia.»[6]
A partir de esta valoración podemos considerar que el periodismo interpretativo se sitúa, de alguna manera, en un punto intermedio entre la opinión pura y la información aséptica y objetiva.
«Esto permite dudar muchas veces de su objetividad y hace posible un cierto contrabando ideológico, deliberado o no. Pero eso —hay que subrayarlo— no es un problema del género en sí mismo, sino de quienes lo han instrumentalizado o, simplemente, mal utilizado».[7]
Existe unanimidad entre los académicos para definir este género. Abraham Santibáñez dice: «Interpretar, desde el punto de vista periodístico, consiste en buscar el sentido a los hechos noticiosos que llegan en forma aislada. Situarlos en un contexto, darles un sentido y entregárselo al lector no especializado. Por exigencia profesional, además, esta interpretación debe tratar de prescindir de opiniones personales, debe basarse en hechos concretos y opiniones responsables y que sean pertinentes y debe ser presentada en forma amena y atractiva». [8]
En correspondencia con los criterios de la periodista española y catedrática universitaria Concha Fagaoga, el periodismo interpretativo proviene de la difusión que hicieron las escuelas norteamericanas de periodismo, diferenciando un tipo de mensajes que ya no se codifica conforme el relato objetivo de los hechos, pero que a su vez se distancia de lo editorial. Al respecto señala: «Los periodistas no sólo reproducen lo que ven y oyen, ejercen también una investigación sobre lo acontecido porque los hechos no se producen descontextualizados de una situación económica, social y política concreta. Los hechos no surgen aislados de una realidad más amplia, se insertan en ella...».[9]
En la elaboración del mensaje interpretativo, se busca el sentido a los acontecimientos noticiosos para situarlos en un contexto, de manera que sean entregados al receptor no especializado. La interpretación se basa en los sucesos concretos y en opiniones responsables, las cuales serán pertinentes y deben ser presentadas en forma amena y atractiva. De ahí que la función del periodismo interpretativo sea explicar la noticia, ubicarla dentro de su contexto más amplio, profundizarla y analizarla. Ofrece la cantidad de elementos necesarios para que el ciudadano se forme su propio criterio y se incline hacia determinada corriente de opinión. No la ofrece directamente.
[2] Raymundo Riva Palacio. Ser periodistas en el nuevo milenio, en http://www.cimac.org.mx/rdp/raymundo.html, consultado el miércoles 31 de mayo de 2005. 3:36 p.m.
[5] Abraham Santibáñez. La interpretación como clave periodística, Cuadernos de Información Nº2, 1985, en http://www.uc.cl/fcom/p4_fcom/site/artic/20041215/pags/20041215222907.html. consultado el 27 de mayo de 2005, 11:48 a.m.
[8] Citado por John Müller González. Periodismo interpretativo: precisiones sobre un género, en
http://www.uc.cl/fcom/p4_fcom/site/artic/20041213/pags/20041213234525.html, consultado el 27 de mayo de 2005, 11:48 a.m.
http://www.uc.cl/fcom/p4_fcom/site/artic/20041213/pags/20041213234525.html, consultado el 27 de mayo de 2005, 11:48 a.m.
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