¿Alacranes Benéficos?
Confieso que no les temo. En distintas ocasiones los he tenido delante de mis pies, vivitos y coleando, pero no me ha temblado ni un pelo. Algunas veces vi cómo mi abuelo se deshacía de ellos. Los rodeaba con alcohol y luego prendía un fósforo para que con el calor ellos se desesperaran y se clavaran a sí mismos el veneno de su aguijón, hasta morir.
Era una especie de alacrandisidio, o mejor, la versión alacranizada del harakiri. De cualquier modo el espectáculo, además de constituir un entretenimiento infantil, me ayudó a superar el miedo ante el peligroso animal. Cuestión imposible de lograr cuando aparecían sapos o ranas.
Otra vez mi abuelo aparecía como el gran salvador. Papel en mano los atrapaba, les echaba sal hasta sentirlos explotar y listo. Pero jamás logró que lo imitara en la manera de capturar a los anfibios, a los cuales en la actualidad todavía les temo.
Siempre lo he dicho: Me cuido mucho más de las inofensivas —pero feísimas, frías e impresionantes— ranas, que de los venenosos alacranes. A estos últimos soy capaz de matarlos, si fuera necesario, como lo hacía mi abuelo.
Aunque ahora, lo dudaría un poco. Acabo de descubrir que su cría en cautiverio, con fines terapéuticos, figura hoy entre las principales líneas investigativas de la filial en Ciego de Ávila del Laboratorio Biológico Farmacéutico de Cuba (LABIOFAM).
La información la publica Prensa Latina y atestigua que los científicos avileños procesan en la actualidad unos tres mil 200 escorpiones, capturados durante los últimos cuatro años en zonas rocosas y húmedas de esa central provincia.
Señala la nota que los recolectores buscan principalmente la especie endémica Rhopalurus junceus, cuyo veneno es investigado en un polo científico de la capital cubana.
Se precisa también que la toxina del escorpión ha beneficiado a medio millar de pacientes con patologías cancerígenas, tras ser comprobada su influencia positiva en el pulmón, el cuello del útero, la próstata y el páncreas. Los expertos corroboraron, además, que el veneno de dicho artrópodo es efectivo como analgésico y anti-inflamatorio. La obtención de la toxina es mediante estímulos eléctricos y cada animal aporta 0,02 mililitros del veneno, equivalente a dos o tres gotas.
Un dato curioso: el alacrán es considerado el artrópodo terrestre más antiguo. Se considera que existe desde hace unos 400 millones de años. Su empleo con fines curativos, en Cuba, data del siglo XVIII.
Durante el 2008, en la Isla se incentivaron los criaderos y actualmente también existen centros con estos fines en las provincias de Cienfuegos y Sancti Spíritus, ambos dotados de las condiciones necesarias para la reproducción.
Mi abuelo ya no está. Pero cuánto me hubiera gustado compartir con él estas novedades de la ciencia. Segura estoy que de saberlo a tiempo, él jamás me hubiera enseñado esos actos de alacrandisidio que practicaba. Aunque le agradezco por ayudarme a vivir y tropezar sin temor con esos benéficos alacranes.
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