Confidencias en Sobre Cerrado
Foto: Ramón Barreras Valdés
He recibido una carta, ¡manuscrita! Rasgar el sobre para leer el mensaje del remitente me pareció un acto del pasado.
En su contenido, Ariel Hernández Manduca, graduado del Instituto Politécnico de Informática Lázaro Cárdenas del Río, me explica que ahora se le hace imposible acceder a una computadora para comunicarse a través del correo electrónico.
El joven, interesado en estudiar Periodismo, se encuentra en el Servicio Militar Activo y optó por la más antigua de las vías para sostener comunicación personal. Al instante rememoré con cuánta frecuencia intercambié correspondencia con el primer novio, con mi padre internacionalista o mis amigos de la juventud. Hábito que he desplazado, inevitablemente, con el acceso a las modernas tecnologías.
Atrás quedó la época en que la opción del teléfono no era tan inmediata, ni generalizada como ahora. Contar con semejante equipo en la casa significaba una exclusividad. Mientras que hacerlo desde los públicos se comparaba con una odisea.
Entonces resultaba más factible enviar un telegrama o tomar bolígrafo y papel para expresar sentimientos y afectos. No niego que con el avance tecnológico también se logre. Las nuevas maneras de comunicarnos se constatan hasta en los más recónditos parajes, donde se ha extendido la telefonía digital. Incluso, con buena suerte, un celular alcanza cobertura donde menos nos lo imaginamos. Similar ocurre con la mensajería instantánea o SMS (servicio de textos cortos en teléfonos móviles). Pero, sin dudas, las líneas trazadas con puño y letra causan un impacto indescriptible. Como me acaba de ocurrir.
Pueden llevarse dobladas en un bolsillo u otro sitio, sin temor de que desaparezcan con un clic. Alguien dirá: «los mensajes electrónicos también se conservan, pues se imprimen y listo». Mas, no es lo habitual. Como tampoco las frías letras de una computadora trasmiten toda la confidencialidad de una caligrafía manual.
Con la creencia de que la prominencia tecnológica hará desaparecer poco a poco los tradicionales envíos de cartas manuscritas, indagué sobre su comportamiento en la actualidad.
Encontré datos sorprendentes. Cierto que los telegramas casi se han esfumado, al punto de que apenas se impone un promedio de cinco por día. En cambio, las cartas continúan viajando de un lado a otro de la provincia, el país y el mundo. Sólo durante el mes de enero, en el correo Central de la ciudad de Santa Clara se depositaron mil 941 epístolas para el territorio nacional, y otras 2 mil 551 para el extranjero.
Una consulta preliminar al Departamento de Operaciones en la Empresa Provincial de Correos de Cuba, reveló que los cambios más significativos en el flujo de correspondencia ordinaria y telegramas consisten en el aumento de las primeras y la disminución de los segundos. Tal tendencia puede comprobarse con solo comparar los datos de imposición. En el 2006, por ejemplo, circularon desde Villa Clara hacia otras provincias 80 mil 959, mientras que en el 2008 la cifra fue de 220 mil 33. De igual modo, el intercambio internacional hace dos años atrás resultó de 129 mil 805 y en el anterior de 149 mil 77.
Supongo que por estos días, en que el amor llega a su máximo esplendor, sea mayor el ir y venir de sobres cerrados. Cierto que algunos, apremiados por el tiempo, se limitarán a una llamada telefónica o un mensaje por computadora para felicitar a la amada o amado.
No obstante, siempre habrá quienes prefieran hacerle llegar un poema o románticos textos a sus esposas o esposos que cumplen misión internacionalista en varias naciones latinoamericanas o del continente africano. Otros preferirán destinarlas a sus amigos.
De una u otra manera, las esquelas serán insustituibles. Constituyen la forma más antigua de expresar sentimientos. Se escriben a diario, a cualquier hora y siempre quedan más ancladas en el alma de quien las recibe cualquier 14 de febrero.
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2 comentarios
Osmaira -
Lord Voldemort -
Esperemos que se realize con toda prontitud la promesa del Presidente Hugo Chavez de Venezuela para dotar a la isla de cableado de fibra optica desde el continente. Mientras tanto es magnifica la sensacion de recibir una carta escrita a mano. Felicidades por tu blog Osmaira.