Claustro de Excelencia
Fotos: Crystian González Alfonso
Diciembre convida a enaltecer la consagración de los maestros. No existe mejor manera de anunciarle al mundo que Cuba fue el primer territorio libre de analfabetismo en América Latina. Desde ese día de 1961, el último mes del año significa jornada de festejos para los educadores. Por que en su bregar cotidiano entregan lo mejor de sí para formar las nuevas generaciones de cubanos.
La celebración no admite hablar de insatisfacciones, por muy evidentes que sean. Más bien se convierte en punto de partida para reconocer cuánto falta, a fin de alcanzar la perfección del sistema docente educativo. En el empeño resulta imprescindible contar con un claustro de excelencia.
EVANGELIOS VIVOS
Siempre que existan ejemplos para ilustrar la expresión de José de la Luz y Caballero debemos reiterarla: «Instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo». Y regocija saber que la afirmación del gran pedagogo cubano se multiplica entre las ocho maestras que, después de acogerse a la jubilación, decidieron reincorporarse a las aulas del recién remozado seminternado Camilo Cienfuegos, en la urbe santaclareña.
«Las busqué una a una —comenta José Alberto Martínez Pérez, el director del centro—, y me sentí satisfecho cuando aceptaron la propuesta de conformar este colectivo docente. Con ellas aprendí a amar el magisterio. A muchas, incluso, varias veces les dije que algún día íbamos a trabajar juntos. Por eso no dudé en tocar a sus puertas para reincorporarlas a las aulas».
Así en la plantilla laboral apareció de inmediato el nombre de Josefa Rodríguez Vázquez, quien tiempos atrás fungió como directora de la «Camilo Cienfuegos». Ahora se desempeña como maestra de 2º grado. «La escuela exhibe una magnífica estructura, muy distinta a cuando trabajé aquí hace varios cursos. El cambio me motiva a impartir clases con mayor calidad», refiere.
Lucia Sáchez Triana, o simplemente Luci, añade que todas se sienten como recién graduadas de maestras. Asegura que ninguna ha perdido el entusiasmo del primer día de clases. «Somos de una generación de pedagogos muy distante a la actual —argumenta—, con un promedio de casi 30 años de ejercicio profesional. Ahora, la organización y disciplina que reina en el plantel nos incentiva. Al mismo tiempo estamos obligadas a superarnos para emplear correctamente las nuevas tecnologías. Aquí combinamos muy bien la juventud con la experiencia».
Con ella coinciden María Caridad Rodríguez Sánchez, María Lauzaque Fernández, Teresa Trimiño Gómez, Brígida Gómez Mayor, Regla Yánes López y Aidalina López Pazos.
RESCATE DE VALORES
Regla y Aidalina compartieron los mismos alumnos de 5º grado durante 25 años consecutivos en el seminternado Orestes de la Torre. La primera en el área de Ciencias Naturales y la otra en de las Humanidades. Después de tres y ocho años, respectivamente, acogidas a la jubilación se reencuentran en la «Camilo Cienfuegos».
«Tenía deseos de regresar al aula —narra Regla— y coincidí con José Alberto, quien me explica la necesidad de conformar el nuevo claustro de esta escuela. No lo dudé, y a la vez le sugerí hablar con Aidalina. Ahora sentimos que el «bichito» del magisterio todavía vive en nosotras».
Para ambas maestras, cada alumno resulta inolvidable. En diálogo con ellas surgen anécdotas alegres, o tristes. Los ojos se les humedecen de tanta emoción. Pero entre tantos nombres que hoy exhiben títulos de médicos, profesores, peridiodistas, ingenieros, licenciados u otras profesiones enuncian uno como estímulo permanente: Wilson Guerra, el artesano que a pesar de su limitación física logró hacerse proyecto de vida.
«Todos los días pienso en él y me inspiro en su ejemplo para seguir adelante. Porque nosotras también aprendemos de nuestros alumnos», señala Regla.
La reinauguración del seminternado Camilo Cienfuegos, resultó un hermoso regalo por el Día Internacional del Estudiante, el pasado 17 de noviembre. Luego de cuatro cursos, el inmueble reabrió sus 13 aulas totalmente remozadas.
Las labores constructivas permitieron ampliar cada local destinado a la docencia, incluida la biblioteca y el laboratorio de computación. Cuenta, además, con un segundo piso y el área de la cocina comedor que no existían. La matrícula actual es de 147 educandos, aunque en lo sucesivo acogerán a unos 320. Para ello cuentan con 32 trabajadores, de los cuales 22 son docentes. En el claustro se destaca la presencia de ocho maestras jubiladas que se reincorporan a la docencia.
1 comentario
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