La Trovuntivitis, un premio y las cucarachas
Algunas amigas quedaron asombradas con la imagen de unas cucarachas que puse en mi muro de Facebook. La intención no fue otra que compartir el fragmento de una de las canciones del trovador Roly Berrío que tanto
me gusta y que dice:
«¡No!, ¡No!, no aplastes la cucaracha
que ella pudo ser persona
según lo que me dijiste
la reencarnación existe
no desgracies a otra vida
que tú no eres asesino.
No aplastes la cucaracha
escucha proverbio chino.
No aplastes la cucharacha
que ella puedo ser persona,
por ejemplo una muchacha
acostada en su lona...
No aplastes la cucaracha
con tu chancleta de goma...
La cucaracha pudo ser,
una princesa, una mujer...»
Canciones similares que rozan entre lo humorístico, sarcástico y popular como Yo no como jicotea o Si tú no me das un beso, caracterizan el repertorio del carismático Roly, figura protagónica del proyecto La Trovuntivitis, el cual recibió el sábado último el Premio Plablo.
Coincidiendo con los festejos por el duodécimo aniversario del espacio A guitarra limpia, la entrega del galardón estuvo amenizado por el concierto que con el título Buscando rutas, ofreció el trío villaclareño Alter Ego, cultor de la música folklórica cubana de conciertos.
En esta ocasión el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, promotor y sede de los tradicionales encuentros, entregó su máxima distinción, a un proyecto casi único que se encarga de darle vida a la trova con la participación de jóvenes de la ciudad de Santa Clara, cada noche de jueves, en el Centro Cultural El Mejunje.
Yaima Orozco —la única fémina—, Raúl Marchena, Diego Gutiérrez, Leonardo García, Alain Garrido, Yordan Romero, Michel Portela y el aclamado Roly, con textos como, contagian con su cantar en las noches bohemias. Siempre a golpe de cuerdas de guitarras y con letras sublimes aglomeran en torno suyo a un público seguidor se sus poesías convertidas en canciones.
Entonces, qué importa cuan feas sean las cucarachas, ni el asco que puedan provocar. Desde la ciudad más céntrica de Cuba se han hecho populares. A fin de cuentas, la poesía trovadoresca admite imaginar que esos insectos —los más resistentes y menos agradables— bien pueda ser una princesa, una mujer o motivos para un merecido premio.
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