Carlitín, el Asfalto y Pretoria
Foto: Ramón Barreras Valdés
Calles pavimentadas a medias o caminos donde el fango aparecía ante un mínimo aguacero, conocieron los primeros pasos de Carlos González León. De la mano de su papá —de igual nombre— y atento a los consejos de Emigdio, el abuelo materno, se hizo hombre. Mas, todos en su natal San Juan de los Yeras, comenzaron a nombrarlo Carlitín.
Ahora, con 24 años, resulta difícil que se desprenda del diminutivo. Aunque, en realidad en su interior predomina la grandeza de cualidades morales y humanas aprendidas en el hogar.
Como entrevistado muestra timidez, no obstante, para conocer las virtudes de su personalidad no hacen falta muchas interrogantes. Basta conocer que no le teme al esfuerzo físico, al polvo y las altas temperaturas a las que se expone diariamente.
Son los riesgos de su labor como operario en la planta de asfalto en Guajabana, del municipio de Caibarién. A esa brigada del contingente Leoncio Vidal Caro, de la ECOING 25 llegó cuando todavía era un niño.
«En medio de estos trajines crecimos mi hermano y yo —rememora—, porque papi nos traía casi siempre para poder trabajar aquí como chofer. Lleva más de 20 años en esas funciones».
—El olor a chapapote caliente mezclado con gravilla te sedujo.
—No lo puedo negar. Cuando terminé el servicio militar, en el 2007, tuve la oportunidad de trabajar como patrullero. Sin embargo, preferí sumarme al contingente.
—Pero la construcción es mucho más fuerte.
—Sí. Implica demasiadas horas de trabajo ininterrumpido. Incluso, a veces hace falta permanecer albergados y lejos de la familia. Aunque, al mismo tiempo reconforta saber que contribuyes al desarrollo urbano.
—¿Puedes citar ejemplos?
—Recientemente, hemos sido protagonistas de la pavimentación de carreteras o reparación de rutas que durante años se encontraban en mal estado. Una de ellas es la del trayecto entre Manicaragua y Güinía de Miranda. También participamos en el asfaltado del pedraplén Cayo Santamaría Costa Norte y la vía que conduce al motel Los Caneyes, en Santa Clara. Existen otras obras de gran importancia en la provincia en la que ha resultado imprescindible nuestra presencia.
—¿Eres el más joven de la brigada?
— (Sonríe) ¡De eso nada! Sumamos siete. Todos menores que yo, entre ellos mi hermano Armando.
—Ustedes tienen como incentivo el ejemplo de un padre laborioso pero al resto, ¿qué los motiva realizar un trabajo tan difícil?
—Cuando se tiene conciencia del valor del trabajo, las dificultades desaparecen. Si bien esos muchachos se exponen a elevados niveles de calor (entre 165º C y 170º C), y además permanecen bajo el sol, a su vez reciben estímulos salariales. Se les garantiza la ropa adecuada para protegerles la piel. Ahora contamos con tecnologías modernas que humanizan el trabajo.
SENDEROS POR CONOCER
La mirada de Carlitín, delata cuánta modestia lleva dentro de sí. Por eso, cuando el tema es hablar de sus méritos las palabras salen como cuenta gotas. El rostro se le enrojece y prefiere que sean sus suegros —Maira y Omar—, el cuñado Aldo o su esposa Beatriz, quienes se refieran al orgullo compartido cuando conocieron de su elección como delegado al XVII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.
El evento tendrá lugar en la ciudad sudafricana de Pretoria del 13 al 21 de diciembre. En estos minutos, el joven se encuentra en los preparativos para viajar hacia Ciudad de La Habana. Por primera vez —en tres años— no contribuirá como secretario general del comité de base en los festejos, junto a sus compañeros por el Día del Constructor, el venidero domingo.
Por eso el martes pasado recibió la sorpresa de un agasajo en su centro laboral. La semana se le hace breve en medio del ajetreo del viaje. «¡Nunca pensé que me sucediera algo así!», exclamó medio aturdido todavía ante la inesperada visita de esta reportera.
En ese instante planificaba una rápida visita a su querido San Juan de los Yeras. Hasta allá llegó para estrecharle fuerte la mano a su progenitor. Ambos compartieron una vez más la incontenible alegría. «Dime qué necesitas hijo», le preguntó. «Todo está bien papi», respondió.
Carlitín, también sostuvo una conversación telefónica imprescindible con Emigdio. De él heredó su estirpe de revolucionario.
«Con mi abuelo indagué cuestiones necesarias respecto a Pretoria, una ciudad desconocida para mí. Supongo que tenga calles hermosas y deseo caminarlas todo lo que sea posible y dialogar con jóvenes de otros países para decirles que Cuba es una isla bella, tranquila, limpia y saludable.»
—¿Qué consejos te dio tu abuelo?
—Insistió en que indagara sobre la vida de Nelson Mandela. En el programa existe un día dedicado a discutir la situación concreta de los jóvenes sudafricanos y su historia, con seminarios y visitas a los monumentos del apartheid. Espero traer nuevos conocimientos en esos aspectos y referente a la amistad del líder sudafricano con el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. A ellos estará dedicado el Festival. Me siento muy feliz de esa decisión, por que ambos son paradigmas de resistencia, solidaridad y amistad en el mundo.
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