La gesta del 13 de marzo
Hoy nuestros estudiantes y todo nuestro pueblo conmemorarán un nuevo aniversario de las acciones revolucionarias del 13 de marzo de 1957, las cuales se insertan en la historia de la Patria, como expresión de heroísmo del estudiantado universitario en la lucha por la libertad y la independencia. A 55 años de aquel acontecimiento que conmovió a la capital y a toda la nación, la imagen de los protagonistas del asalto al Palacio Presidencial y la Operación Radio Reloj se agiganta ante los ojos de todo el pueblo, como ejemplo de heroísmo sin límites, de valor a toda prueba, de entrega absoluta al cumplimiento del deber. "Si caemos, que nuestra sangre señale el camino de la libertad. Porque tenga o no nuestra acción el éxito que esperamos, la conmoción que originará nos hará adelantar en la senda del triunfo. Pero es la acción del pueblo la que será decisiva para alcanzarlo." En estas palabras plasmadas en el Testamento Político del inolvidable José Antonio Echeverría, quedaron expresados el sentido revolucionario, el desprendimiento y la grandeza de ideales de los atacantes del Palacio Presidencial, cuyo ejemplo inmortal se inscribe con letras doradas, fundidas con balas y con sangre, en la tradición de rebeldía, intransigencia y dignidad de que es heredero nuestro estudiantado, y constituye estímulo y bandera para la tarea gigantesca que aún tiene por delante —como ha dicho Fidel— la de preservar la Revolución, la de construir el socialismo. Los combatientes del 13 de marzo fueron al asalto y a la acción con el compromiso contraído en la Carta de México entre el Directorio Revolucionario y el Movimiento 26 de julio —que ya desarrollaba su energía vital en la Sierra Maestra— con el compromiso contraído de sus convicciones revolucionarias, con el compromiso contraído con el pueblo. Esos compromisos representaban una militancia antiimperialista, una continuidad de las tradiciones de lucha de lo más puro del estudiantado cubano y una identificación con las masas populares y sus aspiraciones. Y representaban enfrentar a los verdugos del pueblo y desafiar la cal viva de la tiranía, y convertir la idea en fragua, la voluntad en mármol y en acero los principios revolucionarios. Representaban retar la muerte y estar en disposición de realizar el acto supremo del patriotismo: dar la vida por la Patria. Los combatientes del 13 de marzo —hay que decirlo alto, en el tono que ellos en la muerte le imprimieron a la vida— cumplieron sus compromisos. La huella de los mártires del 13 de marzo está entre nuestros estudiantes, en nuestros recintos universitarios. Acerca de ellos, en este aniversario 55 de la heroica acción que protagonizaron, podría repetirse lo que Martí escribió en el primer aniversario del fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina de 1871:
"... hay un límite al llanto sobre las sepulturas de los muertos , y es el amor infinito a la Patria y a la gloria que se jura sobre sus cuerpos, y que no teme ni se abate, ni se debilita jamás; porque los cuerpos de los mártires son el altar más hermoso de la honra."
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