Incongruencias
Vivo feliz en mi país. Vivo convencida de que en ningún otro lugar del planeta se puede disfrutar de la tranquilidad ciudadana con la que aquí vivimos, en específico por las noches. Sin embargo, existen ciertas anomalías sociales que me estremecen.
Confío en la intención del Estado de construir un socialismo próspero y sostenible. Idea que no se limita solo a lo económico, aunque para muchos sea solo eso: prosperidad financiera.
Para mí el asunto va más allá. Aceptemos que en lo social también tenemos mucho que prosperar. La propuesta de lo próspero y sostenible me anima e impregna de confianza en que un mundo mejor puede ser posible. Sobre todo para Cuba porque los cubanos nos merecemos años mejores. No lo niego, me siento optimista a pesar de que me rodeen personas cuyas aptitudes dejan mucho que desear.
En uno de mis días de labor, cuando regresaba a casa, un hombre me ofreció el asiento en una atestada Diana. Íbamos al final de la guagua. Al mismo instante en que se ponía de pie para cederme su lugar llamó la atención de que en medio del pasillo había una anciana de pie. Por fortuna hubo otro joven que le concedió el puesto a la señora.
Enseguida comparé ambos gestos galantes con el desinterés de unos cuantos que ante la presencia femenina se hacen los de la vista gorda. Los ejemplos sobran, como si la masculinidad les hiciera olvidar que provienen de una mujer.
Ni que decir si se trata de una embarazada o impedido físico. No basta con que exista el rótulo que indica que ellos tienen asientos destinados. La mayoría de las veces nadie se inmuta, aunque la colectividad aclame y sorprenda ver que sea una mujer quien se ponga de pie mientras los «machos» permanecen bien cómodos.
Otra incoherencia que me alarma consiste en el mal hábito de violentar las colas. Después de esperar horas en una parada —sobre todo en las ubicadas en los alrededores del Parque Leoncio Vidal— resulta insultante que los choferes paren fuera de lugar y se forme el desbarajuste tumultuario. ¿Será a caso que hemos perdido la perspectiva de que somos seres humanos?
Los mismos seres humanos que aportamos a la economía de la nación, los que aspiramos a una sociedad más equilibrada en el aspecto financiero, vamos denigrándola poco a poco en el sentido ético, educativo y moral. Así no avanzaremos mucho.
«Cuidar a Cuba como la casa», así titula el colega José Luis Estrada Betancourt una entrevista al intelectual cubano Miguel Barnet Lanza, publicada en la edición dominical de Juventud Rebelde, el pasado 10 de enero. El actual presidente de la Uneac habla de cómo el cubano se apoderó de la cultura de resistencia y en sus palabras interpreto el porqué hemos resistido el período especial. La resistencia nos viene del cimarronaje, dice Barnet Lanza.
Pero ya no vivimos tiempos de cimarrones, digo yo. No hace falta escapar y esconderse en cuevas para sobrevivir. Vivimos en las calles de una Isla empeñada en ser socialista y por demás próspera y sostenible. Creo que si entre todos nos proponemos ser un tilín mejores, como canta Silvio Rodríguez, podríamos eliminar ciertas incongruencias.
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