Si de Cubanas se Trata
Vamos a hablar de cubanas. De las estudiantes, obreras, o intelectuales. Madres y amas de casas. Dirigentes y féminas que se yerguen.
Dialoguemos sobre las abuelas fundadoras de una organización que, con sus 47 años acabados de cumplir, continúa oponiéndose a las asechanzas imperialistas con una fuerza entusiasta, grande y decisiva.Digámosle como José Martí: «Flor para amar, estrella para mirar y coraza para resistir.»
Así les dijo a sus compañeras de lucha por la independencia. A aquellas que desde el exilio en Tampa y Cayo Hueso abrigaron a los que en el mundo se quedaban sin guía ni sostén.
¿Qué es para ti la mujer cubana?, pregunté a un grupo de jóvenes.
«El mejor símbolo de amistad, amor y ternura», respondió el primero. «Una mujer de logros, muy luchadora por sus metas», lo secundó otro.
«El pilar mas fuerte que tiene nuestro pueblo. Dinámica, fiel, fuerte... audaz.Una imagen digna de ejemplo para las féminas de otros países. Tenemos una gran historia y ellas aparecen en todas las etapas con papeles relevantes», refirió un tercero.Todos mencionaron a Mariana. A la anciana Grajales, mambisa y Madre de la Patria. A la que no escatimó en enviar sus hijos a la guerra. Solo su nombre basta para honrar a las que hoy también le dicen a sus retoños: ¡Y tú, empínate! Ve y anda junto a los trabajadores sociales, estudia, fórjate con tu esfuerzo para que seas el hombre nuevo que el país espera.Con el beso tibio en la frente —ese que se desea cuando se padece mucho—, alivian cualquier desgarradura. Y si no se puede sentir el calor de los labios maternos, el solo hecho de saberse idolatrados por quien es capaz de dar vida, enorgullece. Ayuda a solidificar el carácter como en René, Antonio, Gerardo, Fernando y Ramón.
Son millones las cubanas que con su abnegación obligan al hombre a la virtud. Eh ahí, el altruismo de Adriana, Rosa Aurora, Elizabet y Olga para ejemplificarlo. Ellas hacen que se acreciente el decoro de los cinco cubanos que hoy permanecen tras las rejas del monstruo que Martí conoció, por vivir en sus entrañas.
Junto a estas, cotidianamente la Patria resiste. Por el blindaje femenino forjado al calor de cada batalla. En el hogar, la fábrica, el campo o en la oficina. Allí crecemos unidas, alistando los corazones a favor de la honradez y en nombre de la libertad.
«De los hombres es morir en la honra mejor (...), y de las mujeres es mantener el alma viril en el deseo y capacidad de la virtud», expresó Martí.
Nada. Ni un pequeño fragmento de la historia puede dejar de mencionarse cuando de cubanas se trata.
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