Tildes Ausentes
Foto:Carolina Vilches Monzón
Las palabras impresas todavía no emiten sonidos por sí mismas. Antes deben ser leídas en voz alta. De ese modo los amigos lectores comprenderán con mayor exactitud cuánto se diferencian algunos términos ante la ausencia de las obligadas tildes.
Mas, de igual manera podré transmitir mis inquietudes sobre la omisión injustificada de esas rayas oblicuas ( ´ ) utilizadas para destacar cuando la fuerza de pronunciación recae en determinadas vocales. En caso de no ponerlas según lo exige la regla ortográfica, las palabras —con seguridad— no se escucharán de la manera correcta, o en el peor de los casos cambian su significado.
La extensa lista de ejemplos la inician los incontables carteles que ilustran el erróneo criterio de no acentuar las MAYÚSCULAS. La falsa afirmación de que así ocurra data de años lejanos. Se debe a la aparición de las ya obsoletas máquinas de escribir entre las cuales existían algunas con la limitación técnica de ubicar el acento prosódico en los grafemas escritos en mayúsculas.
Tampoco los teletipos de las agencias cablegráficas utilizaban las tildes. Sin embargo, el problema quedó solucionado posteriormente con la fabricación de equipos más modernos que sí lo posibilitaban. Hasta la llegada de las computadoras.
No obstante, las nuevas tecnologías no han llegado todavía a la fabricación de las señales de tránsito. Razón por la que encontramos errores en nombres de repartos, pueblos o ciudades como JOSE MARTI, MORON, CIEGO DE AVILA, SANCTI SPIRITUS, entre otros. Lo correcto sería escribir JOSÉ MARTÍ, MORÓN, CIEGO DE ÁVILA, y SANCTI SPÍRITUS.
En este sentido, observamos como positivo que en policlínicos recién remozados como el «Marta Abreu», las señaléticas que identifican a los distintos departamentos se encuentran redactadas en mayúsculas y con las tildes correspondientes. De igual manera ocurre en el letrero que identifica al BANCO DE CRÉDITO Y COMERCIO. En este último ejemplo vale distinguir que el letrero a relieve fue confeccionado en metal. Mas, no impidió que los fundidores cumplieran con la regla ortográfica. ¿Cómo no hacerlo en técnicas menos complejas?
Tal es el caso del lumínico que identifica a la Planta de Oxígeno, en el cual la letra resaltada carece de tilde. No se comprende tamaño desliz en un anuncio que requirió inversiones en pesos convertibles.
Otro error frecuente aparece en la palabra panadería. Todo indica que si a veces es complejo poner los puntos sobre las íes, mucho más difícil es tildarlas cuando corresponde.
Con mayor asombro he notado la ausencia del signo ortográfico en nombres de personalidades de la Historia de Cuba o Universal, con los cuales se identifican a nuestras cooperativas de producción agropecuaria, escuelas o cuadras. Llámense Frank País, Augusto César Sandino o Niceto Pérez. En determinados lugares incluso, la tilde no se ubica siquiera en los términos Comité, o en Revolución. Resulta lamentable observar deslices en los sitiales históricos dedicados a los Cinco Héroes, prisioneros políticos del imperio y que se lea Rene o Ramon, en lugar de René y Ramón.
En este ir y venir por los municipios villaclareños casi he llenado una página de mi agenda con tantas pifias injustificadas. Las reflexiones compartidas aquí indican que el asunto de la ortografía no se limita a una prueba académica, ni a las exigencias que ahora cobran auge en las aulas de todos los niveles educacionales. Vale más una alerta a quienes se encargan de confeccionar esos carteles —bien sea a mano o con las técnicas más sofisticadas— que a la vista de todos empañan la imagen de una sociedad empeñada en combatir los malos hábitos de escritura.
Solo me resta sugerir tres estrofas de un folleto sobre rimas ortográficas que bien pueden contribuir al aprendizaje colectivo y dicen así:
Se pone tilde en los hiatos
como es el caso de oír,
y también se tilda lío
y se tilda sonreír.
Tilda más de cantidad:
más estudio: más tener,
mas sé cuidadoso y tilda
el sé de ser y saber.
Si la regla te lo exige
debes siempre recordar
que aunque escribas con mayúscula
la tilde no ha de faltar.
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