Palabras Mal Vestidas
Incurrir en faltas ortográficas semeja ponerle un traje inadecuado a las palabras. Para quienes admiramos y defendemos la redacción elegante y limpia, resulta lacerante descubrir errores de ese tipo en carteles públicos o en diversos escritos que llegan a nuestras manos.
Deja mucho que desear ver un documento oficial donde aparezcan injustificados cambios de letras. Ocurre con frecuencia con la c por s, o ésta por la z. También existe un indiscriminado cambio de b por v. Llama la atención cómo se omite la h en los términos que así lo requieren. De igual manera se violan las normas establecidas para poner las tildes donde van. Así como el empleo incorrecto de los signos auxiliares, lo cual provoca la escritura en bloque, es decir unir palabras u oraciones cuando deben ir separadas por puntos o comas.
Lo más lamentable radica en que se trata de un problema casi generalizado. No se restriñe a los primeros grados de la enseñanza, sino que se arrastra hasta la universidad, y mucho peor aún cuando se es un profesional consagrado.
Indagar sobre las posibles causas del fenómeno me provocó escalofríos. No referiré toda la amalgama de ejemplos encontrados sobre cómo algunas personas subvaloran la importancia de contar con todas las habilidades necesarias para escribir como se debe.
La mayoría arguye que el problema nace en la escuela. En específico por la manera de enseñar las reglas de Ortografía. No es menos cierto que como disciplina del idioma, se mantiene a la zaga. Todo queda a la voluntad del maestro, el máximo responsable de programar el tiempo que se le dedicará dentro del amplio programa de estudios de la asignatura Lengua Española. A su vez debe complementar su estudio mediante el control de la asimilación de este conocimiento en el resto de las materias, lo cual en ocasiones no se realiza con el rigor requerido.
Si se añade que para muchos resulta extremadamente difícil aprender, memorizar y por consiguiente aplicar de manera consciente las reglas ortográficas, entonces se encuentran otras aristas del asunto. Sobre todo aquellas asociadas al interés individual por no incurrir en errores de esta naturaleza.
En mi opinión, y muchos coincidirán, la labor docente educativa no puede catalogarse como la única razón de contar con faltas de ortografía. Los métodos de enseñanza del Español requieren de otros complementos como el estudio individual que debe ser exigido por la familia. Además, por tratarse de nuestra lengua materna merece que le dediquemos el mayor tiempo posible. Lo aconsejable es consolidar en horas extras lo aprendido en las aulas. Mediante la adquisición de hábitos de lectura, consultar diccionarios y preguntar las posibles dudas a quienes sí cuentan con buena gramática.
Desde que se comienza a leer y escribir nos apropiamos de los fundamentos ortográficos fundamentales. Estos se instrumentan progresivamente en los sucesivos grados y deben convertirse en rutina, o sea asumirlos de manera consciente.
De acuerdo con la práctica pedagógica, la enseñanza de la Ortografía transita por tres escalones: audio, gnósico y motor. Significa que primero se debe escuchar la palabra, después conocer su significado y finalmente ver cómo se escribe. En este proceso, y ante la inseguridad de cuál es la regla a aplicar, muchas personas optan por el método de graficar de varias maneras el término hasta recordar cómo debe ser. No se considera desacertado. Sin dudas el impacto visual contribuye a memorizar cuáles son las letras adecuadas.
Otra tendencia actual, dadas las posibilidades de redactar en computadoras, consiste en otorgarle a la máquina la capacidad de corregir los documentos, y así «garantizar» una escritura impecable.
Entrecomillo el término y coincidirán en que la razón es porque tal garantía depende del cerebro humano. El diccionario electrónico lo conforman las propias personas, y quien no domine a plenitud las reglas ortográficas, será engañado irremediablemente. Se conocen varios ejemplos de estos casos.
Preocupada por esa realidad, hace algún tiempo inserté el tema en el Foro de Vanguardia. Las respuestas recibidas apuntaban que de verdad existe despreocupación entre algunas personas respecto a este asunto. Aunque la mayoría reconocía su importancia para lograr un texto elegante.
En general, los forista expresaron que se pueden decir muy bellas cosas con faltas de ortografía, como también es posible no decir más que vaciedades con una escritura perfecta. Bueno es lo primero y malo lo segundo; pero lo primero es doblemente bueno, con ortografía impecable.
Se trata de una batalla que no se gana en un día, una semana o un mes. Mas, tampoco requiere de toda la vida ni de esfuerzos sobrehumanos. Existen experiencias loables de personas con prominente costumbre de leer cuanto libro cae en sus manos, que estudian diariamente, se interesan y poseen constancia y así se muestran seguros a la hora de escribir. No me refiero sólo a quienes por su profesión están obligados a ello. Son seres que procuran redactar textos donde las palabras siempre aparezcan vestidas adecuadamente, pues en su ausencia se convierten en escritos que hablan por ellos.
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Osmaira -
Amparo -